Tecnología y libertad (ARCHIVO)

Nicolás

Viernes, 30 de enero 2023, 0:27

Los dispositivos tecnológicos y los inventos revelan algo trascendental sobre nuestro propio ser y por consiguiente, es necesario que estos dispositivos estén bien diseñados no solo en el terreno de las técnicas sino en el aspecto filosófico. La tecnología afecta a nuestra existencia y tiene un importante impacto en la sociedad, los avances informáticos y la digitalización nos han llevado a depender de estos instrumentos en nuestra vida cotidiana. La tecnología nos permite hacer cosas verdaderamente excepcionales y es que la ciencia va más allá de la mayoría de nuestras capacidades de entendimiento. Por ejemplo, recientemente el nuevo 'tren bala' chino, como novedad, ahora levita de manera magnética sobre los raíles y puede llegar a alcanzar los  600 kilómetros por hora. Este hecho es una muestra de cómo el ser humano puede llegar a no comprender cómo se ha logrado este avance.

Un aspecto fundamental es el hecho de que la tecnología moderna ha erosionado la privacidad personal. Al estar en la nube, nuestras vidas son bancos de información. Está demostrado que GOOGLE recopila la información y los intereses de todos sus usuarios que a su vez,  los utiliza para ofrecer contenido en base a los intereses de cada uno; este algoritmo traspasa la intimidad y hace que de alguna manera nuestra privacidad esté entregada a unas personas que ni siquiera conocemos. No sabemos si nuestros datos los tiene la dirección ejecutiva de GOOGLE, el Gobierno o la CIA.


Por un lado, la tecnología ha permitido una mayor movilidad y conectividad, lo que ha ampliado nuestras oportunidades para aprender, trabajar y relacionarnos con otras personas. La tecnología también ha mejorado la accesibilidad a la información, lo que nos permite estar mejor informados y tomar decisiones más informadas.

Por otro lado, la tecnología también ha creado desafíos para nuestra privacidad y libertad individual. Los avances en la tecnología de seguimiento y vigilancia han permitido a las empresas y el gobierno recolectar y utilizar información personal de manera cada vez más invasiva. Además, la dependencia cada vez mayor de la tecnología también plantea preocupaciones sobre cómo esto puede afectar nuestra capacidand para pensar y actuar de manera independiente.

La privacidad es un derecho fundamental que se refiere a la capacidad de las personas de controlar qué información se comparte sobre ellas mismas y con quién. A medida que la tecnología avanza, el tema de la privacidad se ha vuelto cada vez más importante y complejo.

En primer lugar, la privacidad nos permite tener control sobre nuestra información personal. Con la tecnología actual, es fácil para las empresas y el gobierno recolectar y utilizar información sobre nosotros sin nuestro conocimiento o consentimiento. La privacidad nos da el derecho a decidir quién tiene acceso a nuestra información personal y cómo se utiliza.

Además, la privacidad es esencial para nuestra libertad individual y la protección de nuestros derechos civiles. Sin privacidad, podríamos ser víctimas de acoso, discriminación o represalias por parte de aquellos que tienen acceso a nuestra información personal. También podríamos tener miedo de expresar nuestras opiniones o asistir a eventos políticos debido a la posibilidad de seguimiento.

Sin embargo, a medida que la tecnología avanza, la privacidad se ha vuelto cada vez más difícil de mantener. Los avances en el seguimiento y la vigilancia en línea, así como la recopilación masiva de datos, han dificultado que las personas mantengan su privacidad. Es importante que, como sociedad, abordemos estos desafíos de manera proactiva, estableciendo normas y regulaciones para garantizar que la tecnología se utilice de manera ética y respetando la privacidad de las personas.

La privacidad es un derecho fundamental esencial para nuestra vida cotidiana. A medida que la tecnología avanza, es importante que tomemos medidas para proteger nuestra privacidad y garantizar que nuestra información personal se utilice de manera justa y ética. Es necesario un equilibrio entre el progreso tecnológico y la protección de nuestra privacidad, y es responsabilidad de todos nosotros trabajar para lograrlo.

En ‘1984’, de George Orwell, el novelista británico ya avisó de que “el progreso tecnológico se permite solo cuando sus productos pueden aplicarse de algún modo a disminuir la libertad humana”.

Tenemos que hablar menos de tecnologías emergentes y más de los valores que nos guían. Por ejemplo, en 2019 un científico chino realizó la primera modificación genética en humanos. Este hecho supone un grave intervencionismo sobre la reproducción humana y es un grave atentado sobre la dignidad de las personas.

Cada vez está más cerca el fin del dinero en efectivo. Eso permitiría controlar más a las personas y al tener accesibilidad a los datos bancarios y los movimientos de la tarjeta podrían rápidamente facilitar a las entidades financieras los sitios donde has pagado , qué has pagado… Y no solo les interesa a los bancos, claro que no. Al Gobierno también, vease el Gobierno Suecia que cuenta con programas dirigidos a eliminar el efectivo, tanto es así que el 95% de las compras ya sin efectivo. Países Bajos y Dinamarca también han empezado a retirar el dinero en efectivo. También fuera de la Unión Europea como Noruega, Canadá, Japón, China Australia etc.

La tecnología nos hace llegar la información de manera instantánea y mucha gente la recibe sin ningún tipo de filtro ni de pensamiento crítico. Recientemente, ha salido la noticia de que el núcleo de la Tierra se había detenido y los días iban a ser más largos y el nivel del mar iba a alterarse… Pero resulta que al día siguiente varios geofísicos ponen en duda esa noticia y explican que solo se trata de la superrotación del núcleo interno y que ni el núcleo de la tierra se había detenido ni pasaba nada.

Siempre han existido situaciones que ponen en peligro nuestra libertad. Los actuales Gobiernos dictatoriales, que no son pocos. Venezuela, Bielorrusia, Irán, China, Cuba, Corea del Norte, Arabia Saudí, gran parte de África etc. o formas de esclavitud moderna son algunas de las amenazas a la libertad que enfrentamos actualmente en diferentes lugares del mundo.

Asimismo, la pandemia de COVID-19 trajo el debate sobre la seguridad y la privacidad de nuestros datos. Y no hay que irse hasta China, donde fueron pisoteados todos los derechos humanos. Por ejemplo, el Gobierno de España lanzó la aplicación Radar COVID para “recibir notificaciones si has estado en contacto con alguien que fuera diagnosticado positivo por COVID-19.” Si bien la tecnología fue una herramienta útil para combatir el virus, también pudo convertirse en un arma de doble filo. Nadie nos puede asegurar que esa aplicación hubo identificado quién eras y con quién estuviste. O que la aplicación te hubiese geolocalizado, recogiendo  datos para el rastreo de ubicación. De ser así, se hubiera infringido la libertad de movimiento, la libertad de asociación, la privacidad e intimidad…

Lo cierto es que  algunas personas pueden ser partidarias a que se procesen datos privados en beneficio de la salud pública. Pero ¿hasta dónde estamos dispuestos a permitir que accedan a nuestra información? Administrar información tan sensible  requiere de una gran responsabilidad.

Es incuestionable que existe cierta preocupación por la proliferación de sistemas de vigilancia tecnológica que van más allá de los límites de nuestra libertad. Por eso mismo es esencial defender nuestros derechos frente a esta amenaza desconocida.


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